Mensaje de Danielle Tripod: Trabajo guiado por caballos el 10 de mayo de 2017
Mensaje del 15 de mayo de 2017
¡Murmurarle a los caballos al oído no es un invento! ¡Entrar en comunicación directa y obtener una respuesta a nuestros estados de ser y a nuestra problemática, aceptando su manera de comunicarse, es mágico! Descubrir la sensibilidad de estos animales y su disposición a escuchar las peticiones de los humanos obliga a replantearse la posición del caballo en nuestras vidas. Y con ello la interacción permanente de los seres vivos.
Recientemente me comuniqué con una abeja que había entrado en mi alcoba. Era tarde, yo estaba cansada y ya me había metido en la cama cuando una abeja, atraída por la luz de la lámpara, se quería posar sobre la pantalla. Yo estaba indecisa de levantarme para matarla, porque no quería que se me parara encima y que por un gesto para espantarla acabara picándome. Mentalmente le pedí que durmiera con el fin de que las dos pudiéramos descansar un rato y, confiada, apagué la luz. A la mañana siguiente, cuando me estaba arreglando, me di cuenta que había una abeja volando, suspendida a la altura de mis ojos, mirándome fijamente. ¡Sí, me miraba fijamente!!! Le devolví su mirada, le sonreí, y oí, levemente: gracias! Inmediatamente salió volando por la ventana abierta. Este “encuentro” me conmovió y, más allá de la anécdota, me hizo reflexionar sobre la interacción permanente de todos los seres vivos.
Ya una vez desvié una fila de hormigas que pasaban por mi cocina para infiltrarse detrás de una alacena. Le hablé a ese pájaro que me despertaba de madrugada con su canto, agradeciéndole por su presencia melodiosa. Puse orden en el gallinero cuando los gallos se peleaban por una polla más bonita que las otras. Me di cuenta cómo el gato asume el papel de sanador cuando mi mamá no está bien. Hoy, la experiencia vivida con los caballos me recuerda todos esos episodios y me confirma que somos parte de un sistema que está en inter-conexión total y permanente.
Mis pensamientos son captados por las abejas, los caballos y las verduras del huerto que crecen tanto que me maravillan cada año. Cada vez que entro en el huerto las bendigo y les agradezco por alimentar a todos aquellos que las disfrutan. Nos damos cuenta que, respetando un cultivo biológico, nuestras cosechas son generosas y no tienen enfermedades. ¡El Amor es el vector más poderoso de la vida!
Comprendo que llegó el momento de desarrollar una sinergia con nuestro entorno y con todos los actores que lo conforman. Salvar el planeta no sólo consiste en contaminar menos, sino en entrar en resonancia con aquello que lo conforma. Estamos invitados a desarrollar nuestras antenas, una sensibilidad nueva y una conexión de alma a alma que nos permita escuchar el latido del corazón del planeta tierra.
Danielle Tripod